lunes, marzo 05, 2007

Sólo Grandes Empresas: nueva estrategia del socialismo


A primera vista, resulta sorprendente que los gobiernos de la Concertación, de tendencia más bien de centro-izquierda y por lo tanto estatista, intervencionista y dirigista, se entiendan tan bien con las grandes empresas ("los empresarios aman a Lagos") y al mismo tiempo no tengan prácticamente ninguna sintonía con las pequeñas empresas.
Esta tendencia, lejos de disminuir o al menos que se note un esfuerzo en revertirla, ha ido aumentando con los años. Sorprende sobretodo porque uno espera precisamente de gobiernos de este color que se preocupen más de los pequeños y no tanto de los grandes.Sin embargo, al pensarlo mejor, en realidad no resulta tan contradictorio, sino incluso lógico.
Las políticas de izquierda siempre han buscado dirigir al pueblo desde arriba, desde un ente central. Les repugna limitarse sólo a regular lo indispensable y dejar el resto al arbitrio soberano de las personas, a las cuales no juzgan como capaces de lograr el óptimo para sí mismas.
Por lo mismo, en décadas pasadas, intentaron controlar el funcionamiento de la sociedad de la forma más directa y obvia: estatizando la propiedad de todo (no sólo las empresas, sino también la educación, la política, la salud, la cultura, incluso la entretención). Sin embargo esa estrategia fracasó inapelablemente. Ya no era presentable seguir promoviéndola.¿Significó entonces el fracaso de los socialismos reales que sus partidarios perdieran la fe en el dirigismo y planificación centralizada y empezaran a creer en la iniciativa personal de cada uno? Me temo que no.
Simplemente se dieron cuenta que uno de los caminos (el estatismo) para lograr sus objetivos no funcionaba, pero todo indica que no abdicaron de sus principios originales.También se puede manejar el funcionamiento de la sociedad y el hombre de otras maneras. Por ejemplo reduciendo el número de agentes de poder y capturándolos.Por eso ahora es sólo una lógica consecuencia de lo anterior que los socialistas se sientan más cómodos con pocas, grandes y poderosas empresas (y/o instituciones) que con miles de pequeñas e incontrolables empresitas.Por ejemplo: El transporte de Santiago ahora será mucho más fácil de dirigir desde arriba: habrá que entenderse sólo con 8 ó 10 enormes empresas.
Y lo hará un ministro personalmente (debe ser uno de los pocos países en el mundo donde el transporte de personas de una sola ciudad lo administra un ministerio nacional directamente.). Ya no será necesario enfrentarse a miles de empresarios díscolos que no están dispuestos a aceptar una solución "única" (socialista) para todas las realidades diversas de la ciudad.
Otro ejemplo: Para acordar un horario especial de atención del comercio minorista basta con reunirse con 3 ó 4 grandes conglomerados de multitiendas y supermercados. Eso no sería posible con miles de almacenes y tiendas de barrio.
Es tanta la identificación entre la coalición gobernante y los jerarcas de las grandes empresas, que muchos de sus líderes se expresan muy similarmente. Políticos y jefes de grandes empresas usan frecuentemente incluso los mismos términos foráneos (ya sea castellanizados o abiertamente en inglés) como por ejemplo la famosa "Responsabilidad Social Empresarial" (RSE) y los mismos instrumentos (por ejemplo las encuestas).
Otros manejan al unísono sus grandes inversiones y sus campañas electorales, tanto que a veces no se distingue lo uno de lo otro. Muchos cambian de ministro o jefe de servicio a presidente, director o gerente de grandes empresas sin niguna dificultad y a veces en forma sucesiva: en ambas actividades se exigen prácticamente las mismas habilidades.
La mencionada "Responsabilidad Social Empresarial" (RSE) y las políticas que promueve muchas veces no dejan de ser una forma de politizar la empresa, pero sólo la grande, porque las pequeñas no tienen ninguna posibilidad de acceder exitosamente a ella.Para uniformar salarios, condiciones de trabajo, beneficios, horarios, sin tener que estatizar o dictar una ley obligatoria (que hoy por hoy no está muy bien visto), es mucho más fácil pactarlo en una reunión con los 10 ó 15 patrones de los principales grupos económicos que con miles de pequeños empresarios.
Después de todo, el uniformar (y no tanto el estatizar) es uno de los fines últimos del socialismo, y ello se puede lograr también a través de la concentración del poder en pocas manos identificables y controlables, aunque no sean precisamente estatales.Entiéndaseme bien.
Las empresas e instituciones privadas y sus dueños tienen legítimo derecho a crecer y llegar a ser muy grandes y eso es bueno para la sociedad por las economías de escala, la mayor creación de riqueza y el crecimiento de número de empleos. Lo que es sospechoso es la singular predilección que tienen las autoridades de los gobiernos de la Concertación por la existencia de pocos y grandes actores en cada rubro.

1 Comments:

Blogger mix said...

todo esto es por el transantiago?

1:10 a. m.  

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