viernes, marzo 23, 2007

“Me tuve que venir en taxi”




No debería sorprendernos que si el problema sigue, y pienso que va a seguir, surgirán soluciones de mercado a la congestión e incomodidad del transporte público


“Me tuve que venir en taxi”, fue lo que me dijo una de las secretarias del Hotel, a propósito de las dificultades que tuvo para movilizarse con el Transantiago. Esta frase da una luz de por donde puede venir la solución al problema del Transantiago. La “mano invisible” del mercado, si la dejan, debiera ayudar a solucionar el problema.


No debería sorprendernos que si el problema sigue, y pienso que va a seguir, surgirán soluciones de mercado a la congestión e incomodidad del transporte público. Por cierto, la gente usará más su automóvil y los taxis y colectivos. Pero surgirán también buses y mini buses “piratas” fuera del sistema, que entrarán a operar ante la existencia de una demanda insatisfecha. Esta solución es sub óptima desde el punto de vista social y económico y por cierto, no es lo que las autoridades gubernamentales esperaban lograr.


A mi modo de ver, el Transantiago tiene dos problemas conceptuales. El primero es un problema de economía política, en que se reemplazó al mercado por la planificación central. El segundo es un problema de management, en que se pensó que se podía hacer un cambio total, no considerando que es sabido que la administración del cambio pasa por mejoramientos continuos más que por grandes planes. Si se reconoce la existencia de estos dos problemas, se puede encontrar las soluciones.


El Transantiago fue concebido como una solución tecnocrática y centralmente planificada en respuesta a las externalidades negativas de las “micros amarillas”. La autoridad, en vez de atacar esas externalidades, y mitigarlas, corrigiendo el mercado, intentó diseñar un “gran plan”, sub-estimando la dificultad de diseñar un sistema de transporte público eficaz en una ciudad de más de cinco millones de habitantes. Desarrollar un sistema así, simplemente supera la capacidad humana.


La economía nos enseña que el mercado es insuperable en la asignación de recursos y la experiencia empresarial muestra que los “grandes planes” están obsoletos. Hace unos pocos años le escuché a una importante ejecutiva de una multinacional decir que había que “think big, start small and scale up fast”, pensar en grande, partir en chico y desarrollar rápido. Eso no parece haberse hecho en el Transantiago. En vez de comenzar experimentalmente con un par de comunas, e ir agregando más comunas a medida que se iba aprendiendo de la experiencia, para terminar en un sistema que cubriera toda la ciudad, se intentó hacer una solución global. Las correcciones que se están haciendo ahora, sobre la marcha, muestran que la ruta óptima era ir de a poco. Pero, no sacamos nada con llorar sobre la leche derramada. Los errores se cometieron y ahora la tarea es solucionar el problema.


¿Cómo solucionarlo? Es evidente que volver atrás a los buses amarillos no es factible: hay contratos multimillonarios firmados que no se pueden desarmar. Parte del sistema se puede mantener y mejorar, en particular lo hecho en las rutas troncales y el sistema de transbordos, agregando buses “clones” para bajar la congestión del Metro. Este es un problema de modelación relativamente menos complejo. Lo que parece imposible de modelar es el sistema de alimentadores. Por ello, sin ser experto en temas de transporte, me sumo a quienes han sugerido que para mejorar el servicio se requiere abrir estos recorridos a la competencia. Si se da el espacio a que haya competencia entre alimentadores, permitiendo que más buses aumenten la oferta de transporte, regulándola, se mejorará el servicio. Esto implica evitar que surjan buses “piratas”, incorporando más buses dentro del sistema, pero dejando a los empresarios que identifiquen dónde es necesario más oferta.


No volveremos a tener un sistema tan barato y efectivo en cobertura como el de los buses amarillos. Ello es inevitable, dado que se quiere disminuir las externalidades negativas, lo que necesariamente implica ponerle restricciones al sistema. Pero la “mano invisible” en las rutas de alimentadores, puede darnos un sistema que funcione con menos problemas.

2 Comments:

Blogger mix said...

Mira Jorge Cerda, tu en vez de andar despotricando, deberías estar promocionando la cleta, que bien botada que la tienes.
Y no sé que le dió a la gente por el amor a las micros amarillas, si eran pésimas...

12:49 a. m.  
Blogger Oso said...

yo usaria mi cleta, cagao de la risa, pero...
1)no la tengo
2) sale caro una como la gente
3)para llegar a la U, son como 25 kilometros en subida por Estacion Central, SAntiago, Providencia, La REina...

si estubiera en almagro... arriba de la cleta cagado de al risa.
Por ahora, cuando logre despertarkme temprano y tomar la micro antes de las 7 (pk despues no se puede por pasar llenas), vere k pasa en el metro... dado que gracias a este nuevo plan, me es necesario tomarlo y ser manoseado.

3:53 p. m.  

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