martes, noviembre 06, 2007

Para entender a la Democracia Cristiana


Los problemas de entendimiento de la Democracia Cristiana, aunque podrían tener algún parangón en otros políticos, no alcanzan a la mayoría de la población chilena

La Democracia Cristiana ha dicho que hay que entender la economía de libre mercado como causante de la pobreza.
Yo diría que lo que hay que entender más bien es cómo cresta es posible llegar a esa conclusión cuando toda la evidencia en Chile y el mundo demuestra exactamente lo contrario: la economía de libre mercado es la única forma de superar la pobreza.
En su Congreso Ideológico, la DC ha producido varias piezas notables, sin que tengamos muchos antecedentes de cómo una reunión de este tipo puede llegar a semejantes conclusiones; por ejemplo, apoyar la norma europea para la TV digital o rechazar la energía nuclear o perfeccionar el acceso de Bolivia al mar. Faltó derogar la ley de la oferta y la demanda y alguna sentencia definitiva sobre el planteamiento táctico de Bielsa.
Pero los problemas de entendimiento de la Democracia Cristiana, aunque podrían tener algún parangón en otros políticos, no alcanzan a la mayoría de la población chilena. De acuerdo con una encuesta de La Tercera, el 55% de los chilenos está de acuerdo con una economía de libre mercado, caracterizada por libertad de precios, abierta al mundo y con empresas privadas. Aumentar el gasto social o reducir las ganancias de las grandes empresas son alternativas que muestran un bajo nivel de aprobación entre los encuestados, que en cambio están de acuerdo en que mejorar la calidad de la Educación es una prioridad que más que duplica en sus preferencias a las alternativas de reducir la brecha entre ricos y pobres e incluso aumentar los sueldos. Nueve de cada diez chilenos afirma que es mejor bajar o mantener los impuestos que subirlos.
La pregunta entonces es: ¿dónde están los líderes políticos que interpretan a esa mayoría de chilenos? ¿por qué es tan tímida (siendo generosos con el término) en nuestro país la defensa de un sistema que ha mejorado el bienestar de los chilenos, considerando que la gente está consciente de las bondades de este esquema? En lo personal me gustaría que la audacia que muestran algunos de quienes aspiran a liderar el país a la hora de proponer nuevas formas de ver la política o cuando se trata de plantear soluciones ingeniosas para nuestros problemas, la ocuparan también para hacer una apuesta por las ideas y los principios que están tras el éxito económico y social de los países. Cuánto se echa de menos en nuestro país que alguien haga suyas las siguientes palabras pronunciadas hace veinte años y que no son sino un brillante resumen de los fundamentos de la economía libre:
“Las causas morales de la prosperidad son bien conocidas a lo largo de la historia. Ellas residen en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho.
”O estas otras, que dejan al desnudo la falacia del proyecto de protección social que nos ofrece el actual gobierno:
“Los subsidios de vivienda, nutrición, salud, etc., otorgados al más indigente, le son del todo indispensables, pero él, podríamos decir, no es el actor, en esta acción de asistencia, ciertamente loable. Ofrecerle trabajo, en cambio, es mover el resorte esencial de su actividad humana, en virtud de la cual el trabajador se adueña de su destino, se integra en la sociedad entera, e incluso recibe aquellas otras ayudas no como limosna, sino en cierta manera, como el fruto vivo y personal de su propio esfuerzo.
Es en proposiciones como las anteriores donde es posible encontrar orientaciones y guía para un liderazgo que se haga cargo de acoger las demandas de mayor bienestar que la gente legítimamente tiene y al mismo tiempo se fundamente en la realidad y el reconocimiento de la verdadera naturaleza humana, al adoptar las políticas que en todas partes del mundo son exitosas para el logro de estos desafíos.
Bastaba que la Democracia Cristiana revisara las palabras que el líder de la cristiandad, el Papa Juan Pablo II, pronunciara en nuestro país hace veinte años, para darse cuenta que la frase: “Entender la economía de libre mercado como causante de la pobreza” es un disparate que no tiene justificación lógica, intelectual, ética ni moral y pasará a los anales de la política chilena como uno de los mamotretos más notables que ésta haya producido.