jueves, enero 26, 2006

Densidades del trabajo


A cierta hora del día, en pleno apogeo del verano, la sensación de cansancio es poderosa y la aspiración a un período de reposo se acrecienta. No hay manera de evitar el letargo que causa un calor excesivo y pesado. En esta época el tiempo transcurrido en la oficina, a pesar del ajetreo diario que hay que resolver, adquiere un aire de gravedad, porque la rutina de cada día exige un esfuerzo mayor y no es fácil que ese denuedo alcance los frutos que se esperan.

Por otra parte, algún relajo propio de esta etapa hace que las relaciones humanas del ambiente laboral manifiesten otras facetas. En todo trabajo hay una cierta tensión porque la convivencia requiere de mucha contención del carácter, de una prudencia superior a la de la vida familiar, de un permanente ejercicio de autodominio y de adaptación, pues cada persona posee una sensibilidad generalmente más fácil de herir que de conocer.

Los celos, las envidias, los anhelos de poder, la búsqueda de seguridad, las presiones; en fin, tantas circunstancias distintas configuran una realidad cuyo peso, en ocasiones, es difícil de sobrellevar y de compartir.
El trato con los demás, sobre todo con aquellos cuya presencia no depende de uno mismo, está expuesto a posibles inconvenientes, arduos de manejar. Muchas cosas escapan a nuestro control y, ante ello, concentrarse en lo propio haciendo oídos sordos a lo ajeno es el mejor escudo para no involucrarse en lo que no corresponde.