viernes, diciembre 23, 2005

Tsunami

En los últimos diez años, Chile ha visto disminuir en 150 mil el número de nacimientos. Nuestra tasa media de fertilidad se ha situado por debajo del umbral de reemplazo generacional. Tenemos más ataúdes que cunas.Las cifras coinciden literalmente con las víctimas del tsunami indochino, cuyo aniversario recordaremos después de Navidad. Como chilenos, sufrimos con especial rigor esa catástrofe natural, que se llevó la vida de una joven recién casada. Este otro tsunami, de fabricación casera, ha cobrado con menos efectismo pero muy superior efectividad la vida de 150 mil connacionales.Connacionales. Nación. Navidad, Natividad. Estamos abusando del lenguaje. Estos vocablos significan lugar donde la vida nace y se comparte con alegría. Chile está dejando de ser un lugar donde la vida que nace es más fuerte que la vida que muere. Chile, hoy, no es un hogar que espera, alienta, acoge y se regocija con cada vida nueva. Chile ha ingresado oficialmente al club de países que tienen más de museo que de nación.Las causas, y las consecuencias, están a la vista. En el último decenio, el número de matrimonios disminuyó en cincuenta por ciento. La cifra, y la tendencia, se incrementarán, ahora que el Estado de Chile ya no tiene matrimonio, sino sólo convivencias precarias esencialmente revocables por decisión unilateral. Los estímulos sicológicos, sociológicos, profesionales, económicos para tener hijos son igual a cero. La cultura, el sistema están orientados a desincentivar e impedir la concepción. Pronto clamarán, más desembozadamente que hoy, por eliminar la vida ya concebida. Esas miles de muchachitas embarazadas antes de sus quince años serán utilizadas como pretexto para intensificar la cultura anticonceptiva y abortiva. Y ese pecado social que es la destrucción sistemática del matrimonio y familia, con su previsible secuela de ineducación, multicarencias afectivas y volitivas y virtual condena a la delincuencia y adicción, se esgrimirá positivamente como argumento para justificar nuevos tsunamis decenales. Pronto nos habremos convertido en país decrépito, sin ideas ni energías renovadoras y peligrosamente necesitado de mano de obra extranjera. Productividad, creatividad , identidad y seguridad nacional son valores íntimamente relacionados con natalidad y familia.No es casualidad que las cifras frescas sobre disminución de nacimientos y aumento de embarazos precoces coincidan con las de incremento de delitos, violencia intrafamiliar, persistencia del desempleo y reiteración de una pésima, alienante educación estatal. Tampoco es casual que la depresión se esté convirtiendo en una pandemia. Un Estado que carece de una política profamilia y endereza sus dardos a la desarticulación de esta cuna-escuela-taller de la vida no puede atribuir a la casualidad sus penosos índices en todas aquellas materias que dependen causalmente de la robustez y sanidad del núcleo familiar.Nuestro regocijo en celebrar el Nacimiento de un Niño convive esquizofrénicamente con nuestra autocastradora producción de tsunamis.

2 Comments:

Blogger mix said...

Hola, has oido hablar de los punto a parte, sirven bastante para textos largos.

2:54 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿"ahora que el Estado de Chile ya no tiene matrimonio, sino sólo convivencias precarias"?
Debo supone que sostienes que antes de la actual legislación el matrimonio en Chile era una realidad fuerte, que alguna vez lo fue en nuestra historia?

7:02 p. m.  

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