miércoles, enero 11, 2006

La chomba imprescindible de Evo Morales

Chomba, chompa, chaleco, chaleca, chombón, chombita... (Pienso en sinónimos).

¿Sabes, Evo?, mientras te veo por televisión y observo cómo el Presidente Zapatero te sonríe, y luego viene Hu Jin Tao y lo mismo con esos ojos rasgados, siento un orgullo inexplicable por verte ahí.
No me preguntes por qué. Sucede. Sonrío sabiendo de tu visita de última hora a Irán, y te imagino golpeado por el calor de Medio Oriente, y tú con esa chomba que te acompaña arriba de un camello sediento, quizás para que prevalezcan tus sueños, para que no se escapen con el primer viento norte que llega con toda su crudeza.
Es que estoy sensible, sentimental si tú quieres. Te lo concedo. Pero qué le voy a hacer. Me inundo de ternura cuando veo tu chomba a rayas gordas acompañando el traje azul oscuro de los mandatarios del mundo, ése que incluso tu padrino Chávez y tu gurú Castro ocupan en algunas ocasiones. Pero tú no.

Tú sabes que por ahora no quieres dejar de reconocerte en el espejo de palacio. No deseas exponerte a la pobreza que acompaña el final del día, cuando te acuestas y la noche puede caer en picada sobre tu conciencia, si es que por unas horas dejaste de ser auténtico, tal como te enseñaron tus padres, los que te vistieron con chombas e hicieron crecer en ti ese afecto de algodón por todo lo que huela a los telares de tu tierra. Cañonerouuu, mi auto, se ríe. El muy puto se ríe de mí, y se destornilla (literalmente) de la risa porque ve mis ojos achinados que se tornan vidriosos cuando pongo la vista fija en tu paso cancino por las calles de Madrid.

Apostaría a que incluso el mismo duro de Cañonerouu tiene un lado sentimentaloide, lábil, niñita, pero lo oculta con habilidad, dejándome aislado en el imperio de su burla, por lo que él considera mi negativa tendencia a solidarizar con los bichos raros.
Yo te defiendo, Evo. Le digo a Cañonerouu que recapacite, que ser Presidente nunca debió ser un cargo donde los hombres terminaran convertidos en una cofradía de Darth Vaders, sesionando en una atalaya para jedis de una condición espiritual altamente superior.
Me gusta verte con esa chomba. Aunque es cierto, Evo, que te he visto en todas las fotos con la misma chomba y que ya es momento, aunque sea a regañadientes, de entregársela a la lavadora para un bañito rápido. Luego, otra vez a abrigar tu cuerpo, como una armadura indeleble contra la gravedad de los cargos, contra el ego abultado y desmedido de los que se olvidaron que ser presidente, alcalde, parlamentario, ministro, seremi, intendente, gobernador, jefe de servicio o presidente de la junta de vecinos, fue posible, sobre todo, porque mi voto, el de ella, el de todos, así lo decidió.
Evo, no te saques esa chomba. Y cuando veas los reportajes gráficos de los matutinos del mundo que no te entienden, dando cuenta de la supuesta alarmante falta de elegancia, tú, viejito, tan sólo sonríe, y nunca olvides, por favor, que hay chombas que duran un día y son buenas; hay otras chombas que duran un año y son mejores; hay otras que duran muchos años y son muy buenas. Pero que están las que duran toda la vida y ésas son las imprescindibles.