viernes, noviembre 11, 2005

Kierkegaard y la fe

Sören Kierkegaard, de quien hoy se cumplen 150 años de su muerte ocurrida en Copenhague el 11 de noviembre de 1855), fue un pensador profundamente religioso, que abordó el tema de Dios no sólo desde una perspectiva filosófica, sino, además, muy personal.En un pasaje de su “Diario íntimo” el filósofo danés sostiene que “la fe consiste en mantener firme la posibilidad”. No perder esa esperanza es la señal del individuo religioso. Sin embargo, también la paradoja estuvo presente en sus reflexiones sobre Dios. Siendo un creyente de primera magnitud, se consideraba a sí mismo como alguien sin fe: “Siempre he declarado que no tengo fe”, escribirá en su obra “El instante”; juicio que alude a que él poseía el don de comprender y exponer el ideal cristiano, aunque, con su misma óptica, piensa que no es capaz de encarnarlo realmente.
Para Kierkegaard, la actitud religiosa responde en mejor medida a la vida real del hombre. Es una esfera irreductible, que nos sitúa ante lo absoluto. Existir ante Dios es hacerlo con la conciencia de lo eterno del propio yo. Quien ignora eso vive embebido del mundo. La fe es un sumergirse en Dios a través de su propia transparencia. Para creer hay que arriesgarlo todo, tal como se manifiesta en el caso de Abraham, un hombre que, para cumplir la voluntad de Dios, llegó al extremo de ir contra la moral y pudo, incluso, transitar hacia lo indebido: superar la casi insalvable “tentación de la ética”.